La Adivinación, Tarot y Lectura de Manos: Incompatibles con la Fe Cristiana

La Adivinación, Tarot y Lectura de Manos: Incompatibles con la Fe Cristiana

La fe cristiana se basa en la confianza en Dios y en su plan para nuestras vidas. Este plan, revelado en la Biblia, no se limita a un destino preestablecido, sino que se desarrolla a través de la interacción libre y responsable del hombre con Dios. En este contexto, prácticas como la adivinación, el tarot y la lectura de manos, que buscan conocer el futuro por medios que no son de Dios, se vuelven incompatibles con la fe cristiana.

El primer mandamiento, Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente (Mateo 22:37), nos recuerda que la búsqueda de la verdad y la sabiduría debe dirigirse hacia Dios. Jesús, en el Sermón de la Montaña, reitera la importancia de poner a Dios por encima de todo: Nadie puede servir a dos señores, porque odiará a uno y amará al otro, o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero (Mateo 6:24). La adivinación, al buscar conocimiento del futuro por medios externos a Dios, coloca a estas prácticas por encima de la voluntad divina, contradiciendo este mandamiento fundamental.

La adivinación, tarot y lectura de manos, no es creencia del cristiano. La creencia en un destino fijo, como el que se deduce de la adivinación, contradice la libertad de Dios y del hombre. Dios no ha preestablecido nuestro futuro; más bien, nos ha dado la libertad de elegir y la posibilidad de participar en la construcción de nuestro destino junto a él. La Biblia presenta un plan de Dios basado en el amor y la conversión, no en un destino preestablecido. Dios nos ama y desea que nos acerquemos a él, pero no nos obliga; somos libres de elegir nuestro camino.

La adivinación, en sus diversas formas, se relaciona con la brujería y la magia. La Biblia condena la brujería y la considera una puerta abierta al demonio: No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás imagen tallada, ni ninguna figura que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni las adorarás, porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y muestro misericordia a millares de los que me aman y guardan mis mandamientos (Éxodo 20:3-6).

Existen numerosos pasajes en la Biblia que condenan la adivinación. Deuteronomio 18:10-12 dice: No se encontrará en medio de ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni quien sea agorero, ni quien practique magia, ni quien consulte a espíritus o a nigromantes, ni quien consulte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es abominación para el Señor, y por estas abominaciones el Señor tu Dios los echará de delante de ti.

Es importante distinguir entre profetas y adivinos. Los profetas, inspirados por Dios, buscaban la conversión de las personas, anunciando la voluntad de Dios y guiándolas hacia un camino de justicia y amor. Los adivinos, por otro lado, buscaban controlar el destino, manipular la realidad para su propio beneficio o el de sus clientes. La sabiduría verdadera viene de Dios, no de prácticas ocultas.

Las consecuencias negativas de la adivinación son múltiples. La práctica de la adivinación puede separar a la persona de la gracia divina, apartándola del camino de Dios. Puede llevar a la persona a tomar decisiones basadas en la superstición y el miedo, en lugar de en la fe y el amor. La Biblia habla de una segunda muerte, la separación eterna de Dios, como consecuencia de la desobediencia a su voluntad: El que no fue hallado escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego (Apocalipsis 20:15).

La adivinación, tarot y lectura de manos, no es creencia del cristiano. El cristiano debe confiar en Dios y en su plan para su vida. La sabiduría verdadera viene de Dios, y solo él puede guiarnos hacia el camino de la verdad y la vida.

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